lunes, 25 de febrero de 2013

MOLIBIARIO LITÚRGICO: PILAS BAUTISMALES

Catacumbas de Domitila, siglo III d. C. - Pozo y pila bautismal paleocristianos.

PILAS BAUTISMALES
Las pilas bautismales son recipientes en los que se contiene el agua para administrar el sacramento del bautismo.

Las pilas bautismales se encuentran ya en las catacumbas, la más notable es la hallada en las catacumbas de San Ponciano, donde todavía se conserva una con la particularidad de introducirse en ella el pie de una cruz pintada con gran ornato en el muro. Desde la paz de Constantino I el Grande en los baptisterios. Las primitivas eran grandes pilas rectangulares y estaban hundidas en el suelo, apareciendo únicamente los bordes encima de él. Continuó esta costumbre de labrarlas así -grandes y hundidas, bien rectangulares, bien poligonales y cilíndricas- en los baptisterios construidos desde la paz constantiniana, aunque también se dispusieron luego de otra forma: elevadas sobre el suelo. 

 Pila Bautismal románica de San Martín de Sacramenia (Segovia)

Estas últimas se labraban por lo común en piedra, pero también las hubo de bronce, apoyadas unas y otras sobre algún pie o soporte unido a ellas. Suprimido casi por entero el bautismo por inmersión, cuando finalizaba el siglo XIV (aunque siguió siendo administrado como inmersión parcial en algunos lugares durante dos siglos más), las pilas se hicieron de menor tamaño, ya desde el siglo XV y se cubrieron en este siglo con una especie de torrecilla o cimborio.

El exterior de las pilas que no estaban hundidas se adornó con relieves propios del estilo artístico dominante en la época de su fábrica y a veces con figuras y símbolos que aludían al Sacramento del Bautismo. Pero el interior quedaba liso, dividido por lo general en las pilas pequeñas por un tabique en dos compartimientos, uno como depósito y otro para recoger el agua que caía de la cabeza del bautizado.



Ainhoa Parras Calixto, 1º E.S.O. A del I.E.S. GAMONARES DE LOPERA.

Un bautizo español del siglo XIX: los padrinos llevan al niño recién nacido en una caja que lo preserva del frío y de los miasmas. El siglo XIX fue un siglo muy castigado por las epidemias de cólera y la medicina de la época, antes de descubrir los microbios, creía que las enfermedades se transmitían por los miasmas (efluvios nocivos).



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